El sonido de la arena cayendo me despierta. Me incorporo y tardo unos segundos en que mis ojos se acostumbren a la luz de la luna que entra por la ventana. No me puedo creer lo que veo. En la mesita de noche que hay junto a mi lado de la cama se encuentra un reloj de arena, pero eso no es lo que me hace pegar un brinco. Hay alguien junto a mí, de pies, mirándome. Juraría que es... Es imposible. Me froto los ojos con fuerza .
—Soy yo, el capullo que te hizo la vida imposible a bordo del Angelique. ¿Me has echado de menos?
Jared. Tengo que estar alucinando. Estiro la mano y, como si me leyera el pensamiento, me acerca el brazo. Le noto, noto su tacto.
—Soy real. Ya sabes lo que dicen, con la luna llena todo es posible.
–Las lunas llenas deshacen los hechizos. Jared, tú no estás hechizado, estás muerto.
Decirlo en voz alta duele.
—Sea como sea, estoy aquí.
Señala con la cabeza a Nadim, que está dormido junto a mí.
–¿Estás cuidando de él?
Asiento con la cabeza. Aunque tengo la sensación de que me cuida más él de lo que le cuido yo.
—Todavía te llora. Eras su hermano y te ha perdido. ¿Sabes lo que es perder a un hermano por segunda vez?
Agacha la cabeza . Casi se podría decir que se está emocionando.
—Lo conozco mejor que nadie y sé que es fuerte. Quiero que le digas una cosa: yo estoy en paz. Por fin me he podido reencontrar con mi madre y ya no tengo esa rabia que me consumía por dentro. Soy feliz y quiero vosotros también lo seáis. Me tenéis que dejar ir. Sé que con Nadim estáis en buenas manos.
Por un momento no le reconozco. ¿Dónde está el Jared burdo e insoportable? Es cruel pensarlo, pero cualquiera diría que le ha venido bien morir. Suspiro.
—Con el tiempo quizás, todavía es pronto... Pareces otro.
—No digas gilipolleces, soy el mismo que conociste.
Sonrío, nunca me había alegrado tanto de escuchar algo así.
—Confía en mí, lo superaréis. Nadim ahora tiene por lo que luchar y tú no eres la persona cobarde que creía en un primer instante.
Una luz brillante proveniente de Jared me hace cerrar los ojos. Cuando los abro ya no está. ¿Ha sido real? ¿Realmente he hablado con un fantasma? Seguro que ha sido un sueño... Algo en la estancia llama mi atención y es que el reloj de arena sigue ahí, con toda la arena ya en la parte de abajo. Lo cojo.
—Te lo prometo, seguiremos adelante. Pero nunca te olvidaremos— Susurro en mitad de la noche.
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